jueves, 6 de septiembre de 2012

Alimentación responsable: La comida que tiramos.

Hace unas semanas vi un reportaje que me dejó bastante sorprendida sobre la cantidad de comida que tiramos y el impacto que esto supone a nivel mundial. Solemos tener una visión muy limitada de lo que es el mundo, estamos centrados en nuestro entorno, en nuestra familia, en nuestra ciudad y como mucho en nuestro país, pero no somos conscientes de que todas las acciones que cada uno de nosotros llevamos a cabo tiene su impacto en otro punto del planeta.

La industria alimentaria es un claro ejemplo de esto y nosotros los consumidores, como parte activa muy importante de esta industria somos responsables del impacto que hacemos en el medio. En España, según los resultados del estudio Save Food, se estima que cada hogar tira un 18% de la comida que compra, lo que equivale a unos 250€ anuales. El valor total de este desperdicio se traduce en 11 mil millones de euros cada año y equivale a 2.9 toneladas de comida.

Por suerte, vivimos en una parte del mundo en que hay una sobreabundancia de alimentos y eso nos ha hecho ser mucho más exigentes con lo que compramos. Exigimos que haya disponibilidad de todos los alimentos en todo momento. Pensemos, por ejemplo, en la producción de pan de los supermercados. Queremos que cuando a nosotros nos venga bien ir a hacer la compra encontremos pan, pero a la hora de elegir cual queremos, nos decantamos por el que tiene mejor aspecto, que esté caliente y blando. ¿Y el resto de pan que se ha seguido fabricando durante todo el día y que nadie ha comprado

Esta mayor disponibilidad alimentaria nos ha llevado a tener más variedad de alimentos de los que realmente necesitamos. Un claro ejemplo es la gran oferta de yogures, más de cien tipos diferentes ¿realmente son necesarios? ¿cuántos tipos diferentes de yogures solemos tener en nuestra nevera? Además, la mayoría de alimentos que compramos vienen empaquetados en raciones grandes que difícilmente podremos consumir y que se acabarán estropeando y por lo tanto irán a la basura. Esto las grandes cadenas de supermercados lo saben, por eso, hacen ofertas sobre estos productos de grandes cantidades, que acabaran en la basura pero que volveremos a comprar y así seguirán aumentando su facturación.

Otro de los "trucos" que las cadenas de alimentación emplean para aumentar las ventas es a la hora de establecer las fechas de caducidad. Estas fechas las pone la propia industria y no entidades independientes, y cada vez son más cortas. Tanto la fecha de consumo preferente como la fecha de caducidad no hacen referencia a la seguridad del alimento si no a sus propiedades organolépticas. Los únicos alimentos que realmente entrañan algún riesgo si se consumen fuera de plazo son carne, pescado y huevos. Podemos consumir el resto de alimentos tranquilamente, pero no lo hacemos.

Una consecuencia más de esta sobreabundancia de alimentos, es que los criterios de calidad se establecen en parámetros que no tienen nada que ver con las propiedades nutritivas, es decir, en el color, tamaño y aspecto de los alimentos. La mayor parte de los alimentos que se producen, no llegan a comercializarse porque los compradores no los quieren. Esta claro que nadie comprará un tomate que no tiene el color rojo característico, o una patata muy pequeña o muy grande o una fruta arañada. Si nos damos cuenta en las tiendas todo tiene la misma forma, tamaño y color, como si fueran clones unos de otros. La comida que no se comercializa se queda en el campo, estropeándose o viaja miles de kilómetros de un continente a otro para  acabar en la basura, con el impacto medioambiental que eso supone.

Mientras todo esto ocurre aquí, en otras partes del mundo, bosques son arrasados para cultivar alimentos que se desperdician, ciudadanos de países tercermundistas son expropiados de sus tierras, su único medio de vida, para que multinacionales europeas malgasten los recursos de esos suelos, las aguas son contaminadas y malgastadas sin ningún control y cada día el transporte aéreo, marítimo y terrestre se llena de tráfico para traernos una comida que no queremos, que no necesitamos o que acabaremos tirando.

Las soluciones son muchas y sencillas pero deben salir de cada uno de nosotros y no esperar que sea el gobierno el que dicta las normas, porque no lo hará. Consumir alimentos de temporada y de producción local, hacer la compra mas a menudo y así evitar comprar cosas que no usaremos y conservar bien los alimentos para que no se estropeen son cosas básicas que deberíamos hacer. Pero quizás, la más importante, sería el hecho de aceptar que hay alimentos que pueden faltar en nuestras tiendas en momentos determinados o reeducarnos para hacer la compra de algunos productos a determinadas horas.
 
Esta entrada podría alargarse páginas y páginas, pues son muchas las aberraciones que cometemos contra lo que en definitiva es nuestra casa, el plantea. Estamos viviendo una gran crisis económica, pero yo personalmente creo que estamos en una verdadera crisis de valores. Cambiar estas situaciones empieza en el hogar de cada uno. Lo mínimo que podemos hacer es reflexionar sobre ello.





Enlace del reportaje (en catalán): http://www.tv3.cat/videos/3547990

2 comentarios:

  1. Nosotros después del reportaje nos hemos concienciado mucho más, así que ánimaros, comprar lo que necesiteís y nuestro bolsillo y barriga lo agradecerán; si eres deportista, también tu rendimiento ;-)

    ResponderEliminar
  2. Me ha gustado mucho tu post, pero hay una incorrección en la parte que hace referencia a la "Fecha de caducidad" y "Fecha de consumo preferente".
    La "Fecha de consumo preferente": hace referencia a las cualidades organolépticas (olor, sabor, textura, aspecto...) de un alimento. Generalmente hace referencia a un mes o a un año.
    La "Fecha de caducidad": aplica a productos alimenticios microbiológicamente muy perecederos y que por ello pueden suponer un peligro para la salud humana después de un corto período de tiempo. Hace referencia a la fecha a partir de la cual la empresa productora no garantiza la inocuidad (seguridad) del alimento (generalmente marca un día concreto) y debe ir seguida de las condiciones de conservación de dicho alimento.
    Por tanto, mientras que al consumir productos alimenticios cuya fecha de consumo preferente ha vencido sólo asumimos que el producto tal vez no nos guste (tal vez esté ácido, o verde, o huela mal...), al consumir productos CADUCADOS (con fecha de caducidad vencida), sí estamos asumiendo un riesgo sanitario.

    ResponderEliminar