jueves, 4 de octubre de 2012

Fructosa ¿un azúcar alternativo?

Hace unos días, una persona me preguntaba mi opinión por la fructosa. En un principio, la fructosa supuso una gran revolución pues es una molécula natural muy parecida a la glucosa pero con un poder edulcorante mucho más alto que ésta y sin embargo, no tiene la respuesta glicémica que tenía la glucosa.

Esto suponía dos grandes ventajas, por un lado, permitía conservar el sabor dulce usando menores cantidades y esto se traducía en un aporte calórico también menor (como he mencionado, glucosa y fructosa  son moléculas de azúcar similares y con el mismo contenido calórico). Por otro lado, la glucosa se absorbe rápidamente en sangre, provocando una respuesta también elevada de insulina seguido de una bajada bastante pronunciada. Por el contrario, la fructosa, se metaboliza mucho más lentamente y su paso a la sangre también es mucho más progresivo, de esta manera la glucemia no hace una subida y bajada pronunciada sino que hace una curva mucho más suave.

Gracias a ambas propiedades, éste fue, en una época, un azúcar que se aconsejaba en las personas diabéticas - personas que no metabolizan bien el azúcar-. También la industria alimentaria quiso aprovechar estas ventajas que ofrecía este "nuevo" azúcar y actualmente se utiliza como edulcorante en gran cantidad de alimentos, principalmente refrescos, bollería, dulces y zumos de frutas. Por todo esto, nuestro consumo habitual de fructosa también ha ido aumentando , pasando de ser nuestra fuente principal las frutas, a todos estos alimentos procesados.

En estos momentos, la incertidumbre sobre si la fructosa es tan saludable como en un principio se creía ha ido en aumento. Cada vez son más los estudios que señalan que un consumo excesivo de fructosa puede afectarnos negativamente. La respuesta se halla precisamente en este metabolismo diferente que sigue esta molécula.

La fructosa, una vez es absorbida en el intestino se dirige a las células del hígado donde puede seguir dos caminos: uno, convertirse en glucosa y pasar al torrente sanguíneo para aportar energía a las células o el segundo, seguir su degradación hasta las moléculas básicas para formar ácidos grasos.



Debido a este segundo proceso, se ha observado que las personas que consumen habitualmente fructosa presentan alteraciones en los lípidos sanguíneos - se produce una elevación de colesterol LDL y de triglicéridos- pero además también presentan hígado graso , es decir, depósitos anormales de grasa alrededor del hígado que impide su buen funcionamiento. Por supuesto, la fructosa se ha relacionado también con mayores índices de obesidad y mayor riesgo de problemas cardiovasculares.

¿Y qué pasa con la fruta? Como he dicho, la fruta es la principal fuente de fructosa dentro de una dieta equilibrada. La cantidad que se encuentra en la fruta no es muy importante y además su consumo viene acompañado a la vez por otros nutrientes esenciales que mejoran las respuesta metabólica general. El problema sí que se acentúa más cuando consumimos fruta en exceso o ésta fruta se consume básicamente en forma de zumos naturales, pues entonces solo ingerimos el agua y la fructosa.

A parte de la fructosa hay otros edulcorantes en el punto de mira pues se sospecha que no son del todo inofensivos. Cuando una persona me pregunta si es malo o no tomar determinado producto siempre les digo la misma respuesta: no hay razón para evitar ciertos alimentos, todo está en comprender que hay algunos que podemos consumir más habitualmente que otros. Mi respuesta para este tema sería, no hay razón para evitar el azúcar y sustituirlo por estos productos, lo que hay que conseguir es usar menos cantidad.